domingo, 6 de julio de 2008

EL GALLO MUJICA DIALOGA CON MARISOL SOBRE LA POESÍA DEL DECIR




El artista latinoamericano es un solitario
Marisol Pradas
Foto: Junny Sánchez.


"Más allá del ingenuo sentir y del común entusiasmo, de la euforia civil y del desgano, de la secreta presunción y de las pequeñas sombras, más allá de cierto pavoneo sensual e inteligente, un poema debe cambiar tu vida, tu destino, tu dolor insobornable, tu orgulloso desdén, debe desengañarte, hacerte más indiferente a la muerte, más implacable ante tus envanecimientos, menos susceptible, menos evanescente. Por eso un poema debe ser claro y convincente, como un golpe de hacha, de un claro decir como un hallazgo inteligible, duro y abierto, con palabras enteras y exactas, aunque pretenda denodadamente expresar lo indescifrable, lo indecible, lo luminosamente inédito. Un poema nunca debe ser un vano misterio, una piedra oscura y brillante entre millones de piedras oscuras y brillantes como un grano de arena en el desierto, como una estrella detrás de las nubes entre mil estrellas, no, un poema debe finalmente decir, decir su maravilla por encima de todos los poemas".


El párrafo anterior es una especie de manifiesto como en su momento lo tuvieron los surrealistas sobre la poesía del decir, título de la última reunión de textos de Enrique Mujica, quien recibió un merecido homenaje en el VII Encuentro Internacional Poesía de la Universidad de Carabobo que cerró su edición ayer en la noche.


¿Qué está haciendo en estos momentos?


Después de una labor bien dilatada, tengo diecisiete libros publicados, ocho libros inéditos, a estas alturas, de tener cuarenta y cinco años escribiendo, he podido sacar algunas conclusiones sobre el arte de hacer poesía, el arte de escribir, y estoy escribiendo en este momento algo que he dado en llamar en cierto modo, de manera paradigmática, la poesía del decir.

¿De qué se trata esta poesía del decir?


Se trata de expresar ideas, expresar criterios. En algún momento, lo escribí hace mucho tiempo, manifesté que los grandes poemas se mantienen en el tiempo a través de los siglos y los milenios porque dijeron algo esencial. Pueden ser traducidos en muchos idiomas, del chino o del árabe, y siguen manteniendo una esencia de lo que dice el poeta. Eso contrastando un poco con una idea más esteticista que utiliza un poco más las palabras en otro sentido. Una expresión de ella es la surrealista, propuesta como escritura automática, en la que el poeta se desvinculaba del pensamiento, del razonamiento, de cualquier cosa que hiciera pensar que el poeta es un pensador.


Para mí esencialmente el poeta es un pensador. Coincido en ello con Juan Calzadilla que ha hecho siempre una poesía de decir cosas, lejos de las imágenes, de las metáforas, de todo eso que en cierta forma conforma la estructura del arte del poetizar. El me decía que la poesía es el arte de las intuiciones. Los poetas pueden penetrar la realidad y conseguir detrás de la realidad explicaciones extraordinarias cosas que parecieran fortuitas, que no lo son.


La poesía del decir casi coincide con un género que es el aforismo. Los viejos poetas terminaron haciendo pensamientos y hablando de cosas muy concretas porque tuvieron una especie de infancia de la metáfora, de la imagen; el mismo poeta Cadenas en algún momento dijo "ahora escribo reflexiones, me acerco más por pensar a la poesía que por la palabra estética".


¿Se puede decir que la poesía del decir es una metapoesía?


No. Es un pensar en poesía. Me lo dijo una vez Ida Gramcko, quien me hizo una nota cuando gané el premio Pocaterra, cuando fue jurado y lo gané con "Las formas del verano": "Enrique Mujica es un poeta que piensa y reflexiona en poesía". Eso fue hace treinta años. Eso prefiguró un camino hacia el pensamiento.


¿Será porque es matemático?


Es verdad que no soy un artista puro, soy matemático, ingeniero; soy del pensamiento abstracto, profesor de concreto armado en la Facultad de Ingeniería de la UC. Pero el mundo es uno solo y la manera de verlo a través del lente estético te da una figura y si lo ves a través de la ciencia también. Pero finalmente es lo mismo. Una especie de "weltanschauung", palabra que inventó Dilthey, que utilizaba Hegel, para referirse a todo el pensamiento humano.


¿La gente que lea "Poemas del decir" se va a encontrar con un libro distinto?


No. Es la misma poesía que todos escribimos con un acento, con un énfasis en lo que se dice. Por ejemplo: "Que pase lo que pase/ como en la vida de los indigentes/ y que finalmente no te importe la voluntad del otro/ la de ese que te ama hasta la muerte/ con sus asesinos caprichos/ esto es por fin aceptar la voluntad de tu Dios". Allí no hay recurso de nada, de lo metafórico. Está dicha la palabra sin acicate. Y está presente el aforismo, pero tampoco es un descubrimiento mío. Lo que he tratado es de inclinarme es hacia el pensar.


¿Qué le enseña a los jóvenes que asisten a sus talleres?


Que no olviden el pensar. Se puede hacer poesía amorosa, romántica: No hay tema especial para ella. El tema de la poesía es el mundo entero y hasta las cosas más inverosímiles; hasta lo grotesco es poesía. Pero ¿qué piensas frente al acto poético?, eso es lo que se tiene que tener en cuenta. Nadie va a entregar un formulario para hacer poesía. Sale de ti. Es pararse frente al mundo. Es un interrogar el mundo y de alguna manera una respuesta tuya al mundo. No es hacer florecitas de papel de seda, porque eso es artesanía. Tiene un gran valor, hay artesanía muy bella, elaborada con un gusto exquisito, pero no es arte. A mis alumnos les digo que no pueden hacer ni flores de papel de seda ni florecitas de paja con las palabras. Tienen que introducirse en el arte poético y ello es muy exigente. En la actualidad vemos que hay jóvenes que van tres semanas a un taller a la cuarta semana le están publicando un libro. En mi época para publicar se tardaba mucho más. Yo estuve quince años peleando con la poesía y después fue que publiqué mi primer texto. Hay que tener un gran sentido de responsabilidad con la gente que te va a leer. Tienes que andar con mucho cuidado y considerar que la poesía tiene la altura del pensamiento.


¿Qué significó este homenaje?


Para mí es muy importante porque se da cuando ya he logrado ubicar mi verdadera voz en el decir. Ese es un nombre que ya anda por ahí.


Todos los que jugamos algo con la palabra estamos solos, los escritores, los periodistas. Los grupos literarios, los colegios que agrupan son mentira, estamos solos. Eso es una gran desventaja con relación a los europeos. Ellos sí andan juntos, los surrealistas, modernismo, andaban juntos y se comunicaban y el trabajo era menor. El artista latinoamericano es un solitario. Es un solo, que anda padeciendo sus cosas y cargando esa cosa tremenda que es la palabra. El manejo de la palabra es algo muy grande. Es la pelea más grande que existe.


Dentro de un par de meses Monte Avila le publicará una antología de un periodo de treinta y siete años de poemas. Mantiene escondido el libro "Coplas de la guerra mayor" de 12 mil versos.

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